COMISIÓN NACIONAL POR EL VOTO DE LAS URUGUAYAS Y LOS URUGUAYOS Y URUGUAYAS EN EL EXTERIOR
CONVOCATORIA A LA CIUDADANÍA
Señoras y señores,
estimados compatriotas,
Reunidos hoy aquí, en el Palacio Legislativo, ámbito natural de la
expresión democrática de la soberanía de la nación, y en el marco de la
celebración de un nuevo Aniversario de la Declaratoria de la
Independencia Nacional, damos comienzo a la campaña nacional de cara al
Plebiscito del próximo 25 de octubre de 2009, convocando a todas y
todos los ciudadanos a respaldar votando SI, la reforma constitucional
que garantiza el ejercicio del voto a las uruguayas y uruguayos en el
exterior.
Esta iniciativa de reforma constitucional es la garantía necesaria
para que todos los ciudadanos de la Republica puedan ejercer, sin
importar en que parte del mundo se encuentren, un derecho fundamental
en una democracia como es el la expresión de la voluntad mediante el
libre ejercicio del voto.
Es fundamentalmente el reconocimiento de una realidad
incontrastable: el cambio profundo que ha tenido nuestro país en los
últimos 50 años, en los que se ha transformado en un país
estructuralmente de emigrantes, y es también, una respuesta.
Es por esta fuerte emigración que ha sufrido el país en las últimos
décadas, asumida en su verdadera dimensión como un fenómeno de toda la
sociedad uruguaya, que manifestamos hoy aquí, una clara expresión de la
voluntad popular de establecer vínculos sólidos y permanentes con
quienes se han ido del país, reconociendo en ellos una parte importante
de nuestra comunidad nacional.
Los trabajos y estudios demográficos, en especial los realizados por
las demógrafas Wanda Cabella y Adela Pellegrino demuestran
fehacientemente que existen cerca de 600.000 uruguayos viviendo en el
exterior.
En un mundo donde viven 6.000 millones de seres humanos, y donde los
uruguayos apenas somos 4 millones -con el 15 % de la población del país
fuera de sus fronteras-, proteger a todos sus ciudadanos y
garantizarles la igualdad en el acceso y ejercicio de sus derechos, no
solo es un imperativo ético sino también un necesidad en términos de
desarrollo para el Uruguay.
Sería un profundo error histórico, social y económico darle la
espalda a la diáspora uruguaya y no integrarla definitivamente a la
sociedad toda en plenitud de derechos.
Después de los fenómenos de exclusión asociado a la pobreza y la
marginación, la emigración es en importancia, la segunda gran fractura
que ha golpeado a la sociedad uruguaya, y debe ser asumida como
prioridad en el desarrollo de políticas públicas en el marco de un
proyecto nacional, que conjugue e integre el aporte de todas y todos
los uruguayos en beneficio del país.
El ejercicio pleno de los derechos de la ciudadanía por todas y
todos, que reconozca las diversas realidades de nuestra sociedad entre
las cuales está la emigración, es una condición indispensable en la
construcción de mejores condiciones de vida y de relacionamiento entre
todos nosotros como comunidad y como nación con un proyecto de futuro.
No está hoy en discusión si los uruguayos que viven en el exterior
tienen o no derecho al voto. No solamente porque la Constitución
Nacional establece con claridad que “todo ciudadano es miembro de la
soberanía de la Nación; como tal es elector y elegible (…)”, y más
precisamente, en su artículo 80 donde están las causales de suspensión
de la ciudadanía, nada se dice sobre que ella se suspenda por el hecho
de no vivir en el país. No está en discusión, porque siempre en las
elecciones nacionales, y últimamente en mayor medida, miles de
ciudadanos que viven en el exterior arriban al país para ejercer su
derecho, y lo hacen sin problemas ni restricciones de ninguna
naturaleza.
Sin embargo, la enorme mayoría de los uruguayos que viven en el
exterior, porque no tienen los medios o no les permite la situación en
que se encuentran, no están en condiciones de viajar a nuestro país y
en consecuencia no pueden ni tienen la oportunidad de manifestar su
voluntad, como si los hacen quienes tuvieron los medios para
trasladarse.
Esta es una profunda discriminación en uno de los derechos
fundamentales en una democracia como es el voto, y el Estado Uruguayo
no puede estar omiso ante esta flagrante violación de los derechos de
estos ciudadanos. Otra cosa solo puede ser sostenida por quienes
pretendan que votar sea tan solo un privilegio para algunos.
Más de setenta países en el mundo garantizan en la actualidad el voto a sus ciudadanos en el exterior y Uruguay no.
Nuestro país es uno de los pocos países del continente americano que
no garantiza el ejercicio del derecho al voto de sus compatriotas en el
exterior, a pesar del enorme porcentaje de su población que hoy se
encuentra fuera de fronteras.
En particular, son precisamente los países marcados por fuertes
fenómenos migratorios los que primero han establecido estos y otros
mecanismos de vínculo con sus connacionales en el resto del mundo.
España, Italia, Francia y el Estado de Israel son algunos ejemplos
paradigmáticos de ello.
Uruguay tiene un rico historial en el campo de las reformas sociales
y políticas. Nuestro Estado supo acompañar con ellas los cambios que
fueron operándose en la sociedad. En nuestro mundo global, las grandes
corrientes migratorias son un nuevo componente, cuyo peso adquiere una
relevancia inusitada con el desarrollo de la tecnología de las
comunicaciones.
Esta realidad reclama las reformas políticas capaces de adaptar la
democracia y los instrumentos participativos, a las nuevas
circunstancias históricas. No hacerlo empobrece las perspectivas y las
capacidades de nuestro país.
Estos hermanos orientales mantienen todo tipo de vínculos con el
País: económicos, culturales, sociales, profesionales y comerciales.
Hacen que sus hijos nacidos en el exterior tengan nuestra ciudadanía y
crezcan con nuestros valores nacionales, valores de los cuales estamos
todos orgullosos.
Existe, desde el Uruguay del Exterior, una participación ciudadana
de hecho, que no está hoy correspondida con la garantía del ejercicio
del más elemental de los derechos cívicos: EL VOTO.
Aprobando la posibilidad de este Plebiscito, el Parlamento Nacional,
ha dado una respuesta clara al reclamo comprometido y persistente de
miles de compatriotas, que a lo largo y ancho del mundo exigen sus
derechos y la existencia de mecanismos efectivos para ejercerlos.
La reforma constitucional propuesta se plasma en el siguiente texto:
“Agréguese al artículo 77 de la Constitución el siguiente numeral:
13º.- Los ciudadanos uruguayos habilitados para votar tienen derecho a
ejercer el sufragio en elecciones, plebiscitos o referéndum, desde
cualquier país donde residan o se encuentren, por vía epistolar. Además
de esa vía, la Corte Electoral podrá instrumentar otros procedimientos
siempre que asegure que el sufragio se ejerza con las mismas garantías
que en el territorio nacional. La Cote Electoral, bajo su más seria
responsabilidad, se abocará, a partir de agosto de 2010 a instrumentar
todos los aspectos necesarios para el ejercicio de este derecho,
garantizando el acceso a las hojas de votación”
El mismo es meridianamente claro. Aventa toda duda respecto de la
necesidad de mantener todas las garantías del sufragio. Si decenas de
países entre los que se encuentran muchas de las democracias más
sólidas y desarrolladas utilizan el voto epistolar entre otros
mecanismos para permitir el voto de sus diásporas, estamos seguros que
el Uruguay estará a la altura del desafío planteado.
Se ha argumentado, de forma claramente equivocada en nuestra
opinión, que quienes no residen en el país no perciben los beneficios
ni sufren los eventuales perjuicios que depara la elección de los
sucesivos gobiernos. Esto no es así. En materia de padecimientos, les
han tocado en carne propia las consecuencias de las políticas que
aparejaron las dificultades económicas por las que se tuvieron que ir,
y las eventuales limitaciones o posibilidades para volver. Tal es el
sentimiento de una gran cantidad de nuestros compatriotas, que
dependiendo hoy de su capacidad económica pueden venir, votar y decidir
o no.
Todas y todos los uruguayos, desde cualquier lugar donde nos
encontremos, podemos seguir aportando a la construcción de nuestro
país, tanto económica, social como culturalmente y debemos integrarnos
para juntos construir y definir qué Uruguay queremos en el Siglo XXI.
El proyecto de reforma se sostiene en una concepción de ciudadanía
amplia, de igualdad e integral; amplia porque busca integrar a todos
los ciudadanos a la vida política de la nación como lo marca la
constitución; de igualdad, porque quiere que a todos los ciudadanos
incluidos los que viven en el exterior, se les garantice sus derechos;
integral, porque busca poner a todos los ciudadanos en condiciones de
aportar social, económica y políticamente al desarrollo de la nación.
Este Plebiscito hace una propuesta que profundiza el sistema
democrático uruguayo, equiparándolo a la casi totalidad de los sistemas
de los países latinoamericanos y europeos que cuentan con voto desde el
exterior, y evidencia la proyección de una política de Estado.
Es por estos motivos entre otros que la Comisión nacional por el
voto de las uruguayas y los uruguayos en el exterior considera que este
tema debe situarse por encima de las banderías de los partidos
políticas y ser considerado política de Estado, pues su objeto es el
fortalecimiento de la calidad de nuestra democracia.
Esta iniciativa constituye una nueva oportunidad para unirnos a los
uruguayos, y reencontrarnos con los que están más lejos pero siempre
están con nosotros.
Convocamos a todos y a todas, independientemente de la opción
partidaria de cada ciudadano, a votar la papeleta blanca por el SI el
próximo 25 de Octubre para que el Uruguay comience a construir su
futuro con los 4 millones, recordando lo que nos decía Eduardo Galeano
hace unas semanas atrás:
“No hay que olvidar que también hay que votar contra la
mutilación del Uruguay, porque los uruguayos no somos sólo los que
vivimos aquí”.
Muchas gracias.