Hace 25 años yo tenía exáctamente la edad que tiene hoy mi gurí. En
marzo asumía como presidente Don Julio María Sanguinetti («…con
Sanguinettí y Tarigo, el futuro ya…», predicaba el gingle
publicitario). Con mis quince años recién cumplidos y casi nada de
información, sólo y a los pochazos, comenzaba a preguntar porque era
tan importante ver al General Liber Seregni junto a su esposa saludar
desde su balcón y dar un emocionado discurso con un moderno megáfono
que hacía llorar y arrancaba gritos emocionados a miles de
compatriotas. Y los presos salían, flacos, pelados, desgarbados,
caminando por una interminable calle de tierra del Penal de Libertad.
También volvía Zitarrosa y «…no te olvides del pago si te vas pa’la
ciuidá…» y una caravana emocionada lo acompañaba. Igual que a Los
Olimareños y «…yo se que en el pago, me tienen idea…» con otra
interminable caravana acompañando.

Los viejos me llevaron a
conocer a Rosario Pietrorroia y tomé Vodka por primeva vez: este era
traído desde la URSS y tenía como 60% de graduación alcohólica. Rosario
era el padre de la mejor amiga de mi vieja, histórico dirigente de la
UNTMRA y que al igual que ella, tuvieron que andar por penales,
escondidos y luego exiliados por el mundo. De la amiga de mi vieja
me acuerdo: yo tendría unos doce años cuando con mis compañeros del
club y en el Palacio Peñarol fuimos a ver a no se que espectáculo
gringo. Digo esto porque entre la barra estaba mi blonda novia y
realmente no tengo idea de lo que fuimos a ver. Nos dedicamos a mirarnos,
tocarnos, amarnos,  con esa pasión que solo tenés cuando comienza a
florecer la pubertad.
Alli la ví con su marido e hijas. Las guirisas unos
años menores que yo. Saludó desde lejos, con el brazo en alto, me llamó
y abrazó como queriendo aprisionarme entre sus entrañas. Dijo: «este abrazo
es para toda tu familia». No entendi.  Tampoco comprendí las lágrimas
de mi vieja cuando pasado poco mas de un mes leía  una carta que
hablaba de aquel abrazo y cuyo sobre tenía un sello del Brasil. Luego
supe que Brasil fue la escala rumbo a Stockolmo de donde retornaron en
la misma época que retornaban los músicos y salían los presos y todos
decían que había vuelto la Democracia.

Recuerdo que algunos años
antes del retorno de la Democracia acompañé a mi viejo al cuarto
obscuro. Emocionado intentaba explicarme algo así como que había que
mostrar el descontento votando en blanco. Pasó la lengua por un sobre
sin introducir dentro del mismo, papeleta alguna. Y luego a la urna.
Por esos tiempos y en barco llegaba un hombre, de apellido
Ferreira, desde Argentina,  que saludaba con los dedos en «V» y
que luego encarcelaron. Y ese era «proscripto». Y también Candeau daba
un emotivo discurso, decían mis viejos en el Parque Batlle y al día
siguiente, la tapa de Opinar, semanario de aquel hombre que luego
acompañara al de las gruesas cejas, colgaba de una pared de casa: «UN
RIO DE LIBERTAD»

En el liceo con pocos compañeros del primer
ciclo y aún en dictadura, nos reuníamos para discutir, con doce o trece
años, de la importancia de revelarnos contra el pantalón gris, la jumper
azul  y la corbata roja proponiendo a todo el resto de los compañeros
del liceo que realizáramos una jornada de vaqueros. Eramos tantos aquel
día, sin uniforme y de vaqueros que tuvieron que dejarnos entrar sin
poder suspender ni sancionar a ninguno de los cientos de gurises que
revolucionabamos al sistema educativo oponiéndonos al uso de uniforme. Adolfo
era uno de mis amigos. No sabía de su padre ni de su madre. Un dia, la
televisión dijo que un médico, con idéntico nombre y apellido que mi
amigo estaba preso, en huelga de hambre y que había muerto. Meses mas
tarde supe que era su papá y algunas cosas comenzaban a acomodarse en
mi adolescente e inquieta cabeza.

Luego el año pre electoral,
con proscriptos y poco tiempo después esos lugares que llenaron la
ciudad, cual hongos luego de una jornada de lluvia: los COMITÉ DE BASE.

En
ellos habitaban seres barbudos, termos y mate bajo el brazo, latas de
pintura, pinceles, tachos con cal, comisión de finanzas, de
organización y seguridad. Los gurises no hablábamos, escuchábamos a los
mayores. Ahí comenzaron a aparecer nombres como Marx, Lenin, Stalin,
Bakunin y decenas de libros que «había que leer». Era tarea de todos
pero principalmente de los gurises, pintar en amarillo el FA sobre las
banderas que cosían a máquina varias señoras en un rincón. Había que
escuchar a los mayores, por momentos muy lindo y entretenido, por
momentos aburrido pero aparecía en forma recurrente un término que se usaba sin tutear para
dirigirse a cualquiera de los que participabamos allí: COMPAÑERO.

Lo
mismo pasaba en el liceo en un lugar con idénticas características pero
donde solamente nos reuníamos algunos estudiants: el SALON GREMIAL. Y 
también pintura y cal y finanzas y jornadas de salir al barrio  a pedir
«un huevo o un peso» y también a vender a peso los huevos obtenidos.
Con aquel dinero se compraba mas pintura, papel en el que comenzamos a
escrbir nuestro diario (me daba gusto escribir alguna cosa y  hacer
alguna caricatura parecida a las que había visto en la revista «El
Dedo» que luego pasó a llamarse «Guambia» pero con mismo editor,
dibujantes y escritores que su antecesora) Reuníamos a todo el turno,
algo mas de mil personas, para desde un banquito hablar a boca de jarro
de la importancia de que el boleto para los estudiantes costara la
mitad que el boleto común. En Ejido y  18 de Julio los milicos nos
apalearon, estrenando nuevos equipos, parecian los guerreros de
Sankuokai de la serial de televisión, por el solo hecho de estar allí,
sentados, con algunas pancartas pintadas en el salón gremial,
reclamando el derecho de un boleto mas barato y accesible para todos
los estudiantes de secundaria. Y se iba armando un poco mas el puzzle en mi alborotada cabeza.

Por esos tiempos habitaban en
Montevideo unas hormigas que habían devorado toneladas de azucar de un
depósito de la Intendencia. Y no sonaba lógico pero así decian que
había sido. Y otras cosas se iban ordenando en la ya un poco mas madura
cabeza adolescente. Y también comenzamos a juntar firmas para que se
llamara a plebiscito una ley que, pacto del Club Naval mediante, hacía
impunes a aquellos militares y civiles que habían avasallado con las
instituciones democráticas, torturado, violado y asesinado a cientos de
uruguayos. Muchos de ellos eran niños, otros aún no nacían. En mi pecho
un alfiler con un cartelito con una especie de bandera y un lápiz con
ojos decía «Yo firmé». Conservo conmigo el afiche con la foto de
Mariana y sus impresionantes ojos claros exigiendo: POR ESTOS OJOS.

Desde
aquel momento hasta hoy han pasado veinte años. Tabaré fue intendente
de Montevideo, luego el primer presidente de izquierda de nuestro país,
representando al Frente Amplio y el COMITE DE BASE como una especie de
bastión que no quiere que el tiempo pase por él. Como un reloj
detenido. En el mismo lugar  estan los mismos baldes con cal, los
mismos, aunque ms viejos, hombres con barba, las interminables
discusiones de forma mas que de contenido ya que todos estamos tirando del
mismo carro. Pero aún se conservan los mas tenaces, consecuentes, cuasi
tercos que se quedan hasta el final y votan y deciden los pasos y
estrategias a seguir. También los informes que LAS BASES elevan al
Frente Amplio Central para la elaboración de proyectos.

El mundo
no se detuvo: la Peretroika en la URSS, con Gorbachov y su mancha en la
calva, y Sabina canta «…se acabó la guerra fria…» y en Polonia Lech
Walesa y las computadoras yankies meten un misil Patriot, teledirigido,
por la ventana de una casa en Irak. La guerra fue transmitida en vivo y
en directo por la televisión cual si se tratase de uno de los actuales
reality shows pero con mucha sangre y gente muriendo y la CNN
abanderada de esas transmisiones. Como gran violación a la privacidad,
al sentido común y al uso excesivo de los medios al servicio de los
intereses de gobiernos y gobernantes. De bancos y banqueros. Del
petróleo y de los petroleros.

Y en el COMITE DE BASE siguen los
tachos con cal y el mismo palo para revolverla. Sin embargo ya no se
pintan mas las FA en banderas cosidas por compañeras. Hoy vienen
impresas en nylon o se consiguen por pocos pesos en cualquier esquina:
las hay de tela mas brillante, las hay mas grandes y también para poner
en la ventanilla del auto. Y los hombres de barba, termo y mate siguen
alli. Los mismos temas se discuten, LAS BASES discutiendo pero el
Frente Amplio cada vez escucha menos y «baja» resoluciones y
comunicados al COMITÉ DE BASE antes de que se discutieran EN las bases
y cada vez menos compañeros y cada vez menos jovenes y cada ves menos
propuestas.

Recuerdo tener unos dieciseis años cuando vimos que
al SALON GREMIAL se acercaba menos gente. Fue entonces que resolvimos
que ese espacio debía llenarse con otros contenidos. Mas atractivos,
interesantes y creativos. Así fue que comenzamos con un televisor y «La
noche de los lápices» y eramos muchos. Y también con «The Wall», la
película del grupo de rock que muchos escuchábamos. Luego vino la idea
de la murga del liceo. El SALON GREMIAL comenzaba a aumentar el flujo
de compañeros de todos los turnos y fuera de él muchos reían,
comentaban aplaudían o criticaban los improvisados y seguramente muy
mal escritos couples de la murga LA BOLETERA.
Paralelamente, en la
calle, las «Brigadas Anti-Razzicas» mostraban en las esquinas con
actores improvisados y cargado de mucho humor, propio del teatro
callejero, como la policía detenía sin motivo y en plena Democracia a
cientos de personas todas las noches. Al finalizar la función todos los
alli presentes se llevaban en su mano un sello, puesto con una enorme
jeringa de cartón, con el texto «Vacunado contra las razzias». Y la
gente reía, comentaba y debatía. El COMITÉ DE BASE miraba desde pocas cuadras, vacío de
gente y quizá de contenidos.

Vivimos la primer década del siglo
XXI y los COMITÉ DE BASE continúan con los tachos de cal y las latas de
pintura. Los que eramos gurises en aquellos tiempos nos seguimos
juntando allí, ahora somos los barbudos de termo y mate bajo el brazo.
Muchos se fueron, se alejaron. Los mas veteranos dicen que los que hace
veinticinco años eramos estudiantes de secundaria hoy somos la juventud
del COMITÉ DE BASE.

Mi gurí en plena efervescencia adolescente
quiere acompañar, participar de la movida en el COMITÉ. Pero también
dice que no le gusta el olor a humedad o que los temas que alli se
discuten no son o de su agrado o de su interés en este momento. Y el
Frente Amplio ya no pide que LAS BASES elaboren propuestas. Nos
muestran por televisión y cambiando el vocero de turno, las
resoluciones ya votadas. Sin discusión en la base frenteamplista. Y
cuando llegamos a casa me pregunta: «Viejo: con cuarenta años sos de
los jóvenes del COMITE DE BASE??». Y no tengo una respuesta lógica,
racional y mucho menos creible para darle.

La amiga de mi vieja sigue
discutiendo de temas políticos con sus amigas y amigos. Ahora tras un
teclado de computadora. Mientras escucha música, hace los deberes con
sus nietos y da de comer al perro y el gato sobre la mesada de la
cocina. Sus hijas también tras el teclado de una computadora o un
teléfono celular, sin que se note la diferencia generacional, debaten
conmigo, con mi vieja, con la amiga de mi vieja y todos juntos con decenas de personas
desperdigadas por el mundo gracias a la interné. De tanto en tanto y
para vernos a los ojos y estar juntos nos vamos a un boliche o en la
rambla y termo y mate bajo el brazo continuamos las charlas que
comenzaron tras los teclados.

Sigo considerando al COMITE DE
BASE
como herramienta de discusión de la base frenteamplista. Pero lo
quiero con gurises opinando, proponiendo, con vecinos arrimando una
idea o una consulta o una propuesta y también un tirón de orejas para
hacerle  llegar a nuestros compañeros en cargos de gobierno. Quiero
volver a aquella horizontalidad en la discusión de todos los temas.

Quiero referirme a un grupo de adolescentes, estudiantes y jóvenes
trabajadores cuando se nombre a  los jóvenes del COMITÉ DE BASE.


3 comentarios

Maria · 23 junio, 2010 a las 2:59 am

De este artículo rescato muchas cosas en mi memoria, fundamentalmente lo de Neli y la cara de alegría y asombro de ustedes tres cuando, volviendo del Río de Libertad en un 17, pasamos por la Región Militar Nº1 cantando "el que no salta es un botón" y haciendo temblar el piso de ómnibus con toda la gente en la misma sintonía.
Está bueno que las bases se reúnan y aporten, pero, de la forma que se vive ahora, la gente está dispuesta cada vez menos a disponer de su tiempo para esa actividad, habrá que ver cómo aggiornarse para que puedan seguir funcionando. Estoy bastante desconectada de estos temas, supongo que debe de existir algún sitio web al que se pueda escribir dando ideas, de repente, se podrían tener sitios por barrio, a los que se pueda acceder, con un "encargado" por así llamarlo, que eleve a algún lugar que centralice, el resultado de la discusión de las propuestas hechas en su zona. Besos.

cristina tori · 4 julio, 2010 a las 2:21 pm

Que bueno que esta el blog,que riqueza!Lo descubri hoy,estoy gratamente sorprendida,prometo leerlo detenidamente porque con lo poco que lei me vi tan identificada!Entiendo poco y nada de esto asi que no se si podré hacerte llegar este comentario con exito ¡Felicitaciones!

cristina tori · 4 julio, 2010 a las 2:23 pm

hola Este blog esta de+!!!! probando envio de comentario!

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